jueves, 31 de marzo de 2016

Conocer, saber y creer: Segundo Trabajo Integrador

José Ortega y Gasset, Luis Villoro y Pablo Fernández Christlieb son autores que recorrimos en esta unidad para acercarnos un poco más, a los conceptos claves que suponen una idea sobre el conocimiento y qué es lo que el ser humano sabe de él.

Por una parte, nos encontramos con Ortega y Gasset. Un filósofo y ensayista español, exponente principal de la teoría del perspectivismo o doctrina del punto de vista, que sostiene que toda percepción e ideas son subjetivas. Para Ortega, cada sujeto tiene su propia forma de acceder a la realidad, su propia parte de la verdad que puede llegar a ser contradictoria con la de los demás.

En su ensayo, Ideas y Creencias, nos da un punto de vista amplio y claro sobre su percepción para entender la vida de un hombre. Desde las exigencias más elementales sobre las ideas de una persona y las de su tiempo hasta la obstrucción que ellas mismas hacen por delimitar al hombre con su época.

¿De dónde provienen las ideas de un hombre? podemos inferir que de sus pensamientos y, al mismo tiempo, puede ser que al prójimo se le ocurran ideas similares que adopte y repita. Aunque podemos decir que dichos pensamientos son productos de “verdades científicas” o tal vez son “pensamientos vulgares” lo que de verdad importa serán las ocurrencias que van a surgir en el hombre, originales o adoptadas.

Sin dejar a un lado que cada hombre, en su vida como ser humano independiente a la sociedad y sus reglas, ha sido constituido por ciertas creencias y ha crecido con ellas. Aquí es donde el autor, Ortega y Gasset, hace reflexión sobre el concepto de creencias. Son “ideas”  básicas, no son pensamientos que tenemos o ocurrencias y no llegaron a nosotros por un acto de pensar en algo en particular. Es todo lo contrario, las creencias son de verdad creencias. ¡Vaya la redundancia!

No son ideas que tenemos sino ideas que somos. Las creencias forman parte de nosotros como el pie y la mano derecha. Son de carácter autónomo, son nuestra forma de ser.
¿Pero qué papel juegan en nuestra vida estos dos conceptos? Por lo pronto podemos decir que las ideas son producidas, sostenidas, discutidas y combatidas por nosotros. Queremos que las ideas vivan pero no podemos vivir de ellas. Con las creencias no tenemos que hacer nada porque ya forman parte de nosotros, ya estamos en ellas.

El autor se llega a sorprender porque muchas veces las personas entrelazan los dos conceptos. A las ocurrencias y a las creencias les dicen: ideas. Por lo pronto no vamos a indagar sobre estas aseveraciones porque, si bien, son dos términos distintos con todas exigencias distintas, la incongruencia de las personas de llamarles por igual proviene de dos problemas diversos que exigen dos modos de pensar diferentes.

Lo que sí ha quedado claro es la diferencia entre una creencia y una idea. En la creencia operamos desde antes de saber que podíamos pensar. No solemos formularlas porque ya es la realidad misma.

Por una parte, yo Sofía, tengo mis propias creencias. Esas creencias no son resultado de oposiciones que mis papás han hecho para criarme de cierta forma. Tampoco tienen que ver con lo que he “adoptado” de mis amistades. Sofía como persona individual y capaz, las he elegido conforme he crecido interiormente.
Las creencias que yo tengo, por ejemplo con el aborto, son porque en mi naturaleza como mujer y como persona autónoma siento que todas las personas deberían de tener la oportunidad de decidir libremente por su cuerpo. Independientemente del caso, a ti que te importa lo que alguien hace con su cuerpo. En algún momento de su vida (si nos inclinamos a que existe un Dios) lo que haya hecho cierta individua va a regresársele. La buena acción o la mala. Si es que de verdad existe un bien, un mal.

Hay un ejemplo que Ortega y Gasset utiliza que hace que me salga de mi zona segura. La calle. ¿Existe? ¿Por qué pienso que está ahí? no me detengo a pensar o a afirmar, ni siquiera para poner en duda si de verdad hay una calle afuera. La prueba de si existe o no la calle llegaría cuando abriera la puerta y no me encontrara nada. Entonces me sorprendería porque yo no estaba pensando en la posibilidad de su existencia, estaba inconscientemente afirmando que ahí estaba.

El autor llama a este sentimiento “contar con ello”. Y ese mismo modo de pensar es propio de nuestras creencias. Nuestro comportamiento habita en todo aquello con que contamos y en que contamos, pero no pensamos. (Ortega y Gasset, 1934)

Por último para recapitular lo descrito anteriormente quiero dejar claro lo que hemos aprendido hasta aquí.
La creencia se manifiesta en nuestra vida, es la base de ella y es el terreno en donde ponemos la realidad misma. “Toda nuestra conducta, incluso la intelectual, depende de cuál sea el sistema de nuestras creencias auténticas. En ellas vivimos, nos movemos y somos” (Ortega y Gasset, 1934)

Para luego llegar con las ideas. O sea, los pensamientos que tenemos sobre las cosas, sean originales o recibidas. Con ellas hay siempre una distancia que va de lo real a lo imaginario, algo que con la creencia no sucede. Con la creencia estamos inseparablemente unidos.
Por último para ir cerrando el tema de las creencias y las ideas, hay una palabra más que se encuentra en el abismo. Un abismo en donde uno va cayendo y es de un carácter terrible, porque la duda se está. ¿Qué significa? que la duda es es una línea de la vida humana que resulta de un modo de la creencias y pertenece al mismo estrato que ésta. Ortega y Gasset le llama, la negación de la estabilidad.


Otro de los grandes autores que se manejó para esta segunda unidad fue a Luis Villoro. Un filósofo, investigador y profesor que también fue diplomático de México que tenía fuertes pensamientos sobre el vínculo entre el pensamiento y el poder.
En su introducción del libro Creer, saber, conocer Villoro hace referencia al significado del conocimiento.
“Proceso psíquico que acontece en la mente de un hombre; es también un producto colectivo, social que comparte muchos individuos” (Villoro)

Para empezar con el tema de su texto fue necesario volver a describir la definición de nuestro sujeto: el conocimiento. Dicho conocimiento está compartido por la sociedad y de él, se fracturan los conceptos de los que voy a hablarles.

Personalmente se me complicó esta lectura. Creo que ha sido la que menos he entendido durante el curso de Conocimiento y Cultura. Para tener un mejor entendimiento sobre lo que el autor Luis Villoro quiso decirnos con su ensayo, recurrí a mis compañeros y a sus respectivos blogs. 

Hay dos blogs en particular, como ya lo ha señalado el profesor, que son impecables en su redacción y hacen que la comprensión de mi lectura sea más amena. En el blog de Mariana Arpio, comprendí tres cosas.

Primeramente, hablaré de creer. Creer, según Villoro, es tomar un hecho por verdadero, aceptarlo sin conflicto, sin dar a entender si las pruebas que tienes son suficientes o no. Tomar algo por verdadero pero sin estar seguro de ello. Todo hecho implica creencia pero no toda creencia implica saber. Creer es lo opuesto a saber. A su vez, el creer equivale a suponer. A que creamos en muchas cosas sin asegurar que las sabemos. Una creencia es verdadera solo si la proposición en que se expresa lo es. Todo lo anterior lo he recopilado de lo que Villoro entiende por creer. Así como las definiciones que mi compañera Mariana así como Julia han hecho en sus blogs.

Continuando con el saber, ya tenemos una idea más o menos clara de lo que podemos inferir de esta palabra. El saber es algo factible. Para saber algo, tenemos que tener razones suficientes que justifiquen la creencia y así, se asegura que no fue casualidad como llegó.
“La creencia verdadera por razones, es saber, desprovista de razones, está fuera del saber” (Platón)
Una oración más sencilla para entender lo que significa: saber, es una creencia verdadera y justificada. Como yo lo entiendo, saber es algo “seguro” que ha sido pactado y hay una investigación detrás de esa afirmación.

 Para terminar con Luis Villoro, nos encontramos con “conocer”. Para este autor, el conocer significa que queremos conocer por motivos prácticos. Nos interesa saber porque sin ello, no podríamos actuar ni vivir. El conocer es una garantía segura de que la acción que estamos efectuando es sinónimo a la realidad, podemos confiar en que la “creencia” no va a fallar. Al resultado de estos conceptos ligados se le denomina: conocimiento.

Es difícil separar los tres conceptos que he señalado anteriormente. Puedo señalar un ejemplo muy sencillo pero que abarca lo que acabamos de discutir. La religión y la ciencia.
Por un lado, la religión se basa en fe. En las creencias que el ser humano dispone y en quien confía plenamente sin cuestionar su lugar de origen. No se cuestiona la procedencia de la situación porque de inicio, se cree. Ahora bien, cuando hablamos de conocer, está sucediendo algo diferente a solo tomar el hecho por verdadero sin necesidad de poner el razonamiento a juego.

Con la ciencia se necesitan hechos, estructuras y ordenamiento. Se necesita la garantía segura que lo que se está dando a conocer, es factible. Si la ciencia dice que el microondas produce cáncer, es porque ha sido analizado. Por ende, las personas van a querer “conocer” sobre cierto descubrimiento para compartirlos con muchos individuos y protegerse del nuevo conocimiento obtenido.
Y con eso, estamos llegando al final de este ensayo, sin olvidarnos de hablar sobre Pablo Fernández Christlieb.

Christlieb, profesor del departamento de psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), habla acerca de la Psicología colectiva de las cosas y otros objetos para dar cabida a su punto de vista sobre el antes y el después. Como ya hemos comprendido poco a poco los significados de creer, saber, conocer, creencias e ideas podemos relacionar a esta última lectura con lo que era la Edad Media y no las personas no tenían “idea” de lo que estaba sucediendo. O tal vez sí.

Nos podemos imaginar que la Edad Media era una época de tranquilidad. La velocidad con la que hoy en día nos vemos afectados, no existía. Esos aparatos electrónicos (Iphones) todavía se encontraban danzando en el horizonte, sin uso ni razón. La inmediatez con la que vivimos hoy, es casi asfixiante.

Por eso, cuando algún objeto era presentado en esas épocas, las personas se emocionaban. Vibraban de sensaciones únicas y bailaban al sonido de la música.

Lo que se percibía y se sentía en ese objeto eran acontecimientos que no se veían diario.
Se tenía un fetiche por el color rojo, mismo al que lo tomaban por objeto. Las cortes ilustraban ese color en sus paredes, los cardenales vestían de él y la sociedad se fascinaba. Era cómo un estado de encantamiento.

Pero cuando el número de objetos comenzó a incrementar, se provocó una separación entre el percatamiento y el objeto percatado. Que es exactamente una separación entre la sensación de percatarse y el objeto percibido.

Como todo humano capaz de pensar y de hablar por sí mismo, empezaron a ver disputas entre el término “percepción”. ¿Lo que se percataba era simple imagen de lo que se veía? ¿o cada que se percibía algo era fruto de una creencia propia, o de un saber anticipado? por ejemplo.

En la Psicología de los Objetos Cotidianos, el autor Donal A. Norman, hace referencia a cómo se diseñan los objetos. Dice que los psicólogos acusan de a ver perdido el contacto con nuestros sentimientos, Norman demuestra que ni siquiera tenemos contacto con los objetos que nos rodean. A lo que yo contesto: Sí tenemos contacto con ellos pero solamente con aquellos que nos importan.
Por ejemplo, el Iphone o la computadora. Tan es el caso, que nos remontamos con Christlieb para usar su definición de frenesí, estado mental en el que ya no se puede separar una cosa de la otra. Ya no se puede separar al objeto del sujeto.

Entonces, ¿a qué vamos con todo esto? Se puede decir que las creencias que se tenían en la Edad Media no han cambiado mucho. ¿Por qué? porque las creencias son algo que se lleva por dentro de cada humano. Lo que yo pienso es que si, una mujer de veinte años en esa época creía firmemente en alguna cosa, esa afirmación de creer no ha cambiado mucho con el tiempo. Las feministas siguen luchando por sus creencias, así como en la Edad Media, estaba Juana de Arco.

Algo que sí ha cambiado es la forma en la que se conoce y se sabe. Gracias a la dichosa tecnología, nuestra forma de percibir, de ver y de sentir al mundo, cambió.

Lo que conocemos hoy, el conocimiento que hemos adquirido y las barreras que el mismo nos ha impuesto ha despertado en el ser humano una forma nueva de vivir. Tal vez si no conociéramos dichos fenómenos nuestra vida fuera más difícil. Pero también, podría ser que gracias a esos saberes, hoy somos capaces de enfrentarnos con el mundo de pie.
El conocer es un arma de dos filos, siempre lo ha sido. 

Por mi parte, quisiera decir que entre más conocimiento tengas mejor preparado puedes estar para lo que la vida te tenga planeado. 
Pero ese pensamiento que acabo de escribir, es el resultado de una persona denominada FAMA. Como a mi buen amigo Julio Cortázar le gusta describir a las personas meticulosas y controladoras. Como buena FAMA, me gusta estar dos pasos adelante de lo que vaya a suceder. 

Yo solo sé que no sé nada… 
FUENTES:

  • José Ortega y Gasset. (1934). Ideas y Creencias, . Marzo de 2016, de Revista de Occidente en Alianza 
  • Villoro, L. (1982). Creer, saber, conocer. México, D.F.: Siglo veintiuno editores.
  • Fernández, P. (Diciembre,2002). “Psicología de las cosas y otros objetos” . Psic. Soc. Revista Internacional de Psicología Social.

domingo, 27 de marzo de 2016

Edad Media, el color rojo y lo que significa el objeto para Fernández

¿Cómo percibimos la realidad? El texto de Fernández Christlieb empieza con un pequeño análisis sobre el modo en el que una persona experimenta la realidad en la que vive. Habla de la Edad Media y cómo era una época en dónde se creía que solo existía el color rojo.

Lo que explica, para comenzar, es que antes en la Edad Media se estipulaba que los colores provenían de los sentimientos. 
Después, con el paso de las décadas se inventaron artefactos capaces de asociar los diferentes colores que existen, dejando al rojo, ya no tan solitario como antes se percibía. Estos artefactos sustituyeron a los sentimientos por datos precisos y concisos.


El color rojo tenía una fuerte influencia ya que solo las personas poderosas y con rangos altos de posición social, vestían de él. Tenía presencia en el nombre de los obispos y cardenales, la sangre y el atardecer, el vino. En sí era un fenómeno social al que en la Edad Media estaban acostumbrados: a que el rojo fuera parte de sus vidas.

En un punto de la lectura, el color rojo deja de ser importante para Fernández y pasa al tema de cómo los objetos eran algo que oponía resistencia. (No entendí muy bien en qué momento el autor hace un brinco de un tema a otro y cómo se relacionan entre los dos)

Sentir al objeto significaba aludir que algo estaba pasando por ahí, porque en ese instante te percatabas y percibías al objeto, cerca de ti. Pero si faltaban objetos, no había nada que sentir, por lo que no podía haber percepciones y sensaciones.

En la Edad Media casi no había objetos y por eso, cada cosa con la que se cruzaban en el camino era sagrada o mágica.

Por otra parte, el autor maneja un concepto que se adhiere al significado del objeto. El frenesí es el modo de la mente, estado de la psique en que los objetos pasan a formar parte del sujeto porque adhieren sus cualidades y viceversa. 

Puede que hoy en día sea algo que se haya olvidado, pero el Fernández asegura que el frenesí todavía sigue de pie. Un momento del estado de la mente del ser humano en donde el frenesí se disuelve en los objetos y por eso no pueden ser percibidos, se suspenden las sensaciones y uno desaparece. Ahí no existe nada ni nadie.

El objeto más representativo de la Edad Media, es el cofre.

Antes no existía la separación entre el sujeto ni el objeto. Ambos términos carecían de sentido y a este estado mental fue lo que se le denominó como frenesís. 

Un término que se le designa a la conjunción  e indistinción entre algo o alguien. Entre mayor fueron creciendo los objetos la frenesís se dividió en dos partes. 
La primera la realidad de los objetos que se le dio el nombre de percepción y la otra, la realidad de la gente que se tuvo por nombre: sensación.

Fernández puntualiza que la percepción aniquila a la sensación al convertirla en un objeto más de percepción con lo cual las personas se distancian incluso de ella misma.


domingo, 13 de marzo de 2016

Luis Villoro: Creer, saber y conocer


En ambos análisis, en el Menón y la Teetetes, se le considera al saber como una forma de creencia verdadera y justificada en razones, pero solo en el Menón se presenta como una guía acertada en la práctica. 

La diferencia es que en el Menón la justificación en razones se presenta como una "atadura" de las creencias que aseguran la realidad. Aquí se parte de que el conocimiento responde a la búsqueda de la realidad. Para Sócrates, el conocimiento implica una justificación suficiente para "saber". 

Entre ellos dos, se disputan las variedades que existen entre las definiciones del saber y del creer. Lo que es conocimiento verdadero y justificado o lo que la verdad no justifica. 



En periodismo, estás dos palabras están constantemente en el fondo de todo papel que se entrega al editor. Pues bien, que significa saber que la veracidad de las situaciones en las que muchas veces el periodista se ve envuelto. Si de verdad hizo su trabajo de investigación de campo para comprobar que lo que se esté imprimiendo cuente lo que pasó. Otras veces, se le puede hacer fácil manipular los hechos y ese saber con el que está obligado a contestar, no logra surgir. 

Nosotros no podemos usar nuestras creencias y nuestras opiniones en lo que hacemos. Esa parte es muy difícil de manejar, porque somos humanos: sujetos, y el sujeto siempre va a creer en algo... independientemente de donde sea que vengamos, o de las cosas en las que creamos, tenemos que guardarlas porque el periodismo quiere ser objetivo y solo decir los hechos. Sin que nosotros metamos lo que pensamos. 
En el único caso en el que podemos hacer esto es en, por ejemplo, un artículo de opinión. 

MAPA CONCEPTUAL:

CONOCIMIENTO
Procesopsíquico que acontece en
la mente de un hombre; es
también un producto colectivo,
social que comparte ...

domingo, 6 de marzo de 2016

Ideas, creencias, la duda y el caso de Brenda Damaris

Todos los seres humanos están constituidos de relaciones y experiencias previas, que moldean su vida y lo ilustran para tomar el camino que él cree conveniente, dependiendo de las creencias o ideas que tenga.

El autor empieza a hacer una diferencia entre lo que es una creencia y lo que es una idea. Dos conceptos que pueden mezclarse fácilmente por la cercanía de sus significados. 

Ortega y Gasset sitúa a las ideas como algo que no somos, que pudieron ocurrirse a otra persona y que nosotros las adoptamos, voluntaria o involuntariamente. 

Por esto, las ideas son un grupo de pensamientos que no comparten raíces con uno mismo, sino que, las producimos y las sostenemos. Peleamos por ellas pero no podemos vivir de ellas, según Ortega y Gasset. 

Con las creencias, por otro lado, no hacemos nada. Simplemente estamos en ellas, en la creencia se "está" y en la idea se "tiene" y se "sostiene".

Las ideas con las que nos topamos, el autor, las llama: ocurrencias, porque ya están ahí antes de que nos pongamos a pensar. 

En las creencias, no llegamos por medio del entendimiento. Ellas habitan en nosotros y cuando nos ponemos a pensar sobre un fenómeno en específico, salen a la luz como si estuvieran esperando a ser resucitadas. 
Con las creencias, uno ya viene envuelto en lo que piensa sobre la vida. Sabe ya, más o menos, que es lo que busca y que es lo que quiere encontrar. Es la realidad misma, no tenemos que formularlas y entenderlas, simplemente, ahí están. Contamos con ellas pero al mismo tiempo, no tenemos conciencia de ellas. 

En cambio las ideas, o sea, los pensamientos que tenemos sobre las cosas (sean de nuestra propia cosecha o recibidos de alguien más) no poseen en nuestra vida valor de la realidad. ¿Qué quiere decir esto? que con las ideas existe una distancia inquebrantable, la que va de lo real a lo imaginario. Con las creencias no pasa esto porque siempre estamos unidos. 


El otro concepto que el autor llega a manejar es el de la duda. En esa creencia que todo hombre tiene sobre la realidad y la vida, también existen agujeros de dudas. Al igual que la creencia, en la duda se está. Pero aquí no nos gustar "estar"
Con la duda manejamos un incierto sobre el mundo. Una estabilidad que nos está llevando al abismo, estamos cayendo porque no sabemos si es sí o es un no. 
La duda la somos, no es como la idea que podemos formularla, sostenerla o criticarla. 

Por un lado, la creencia es tierra firme. Por el otro lado la duda es hallarse el mar flotando con muchas olas que están por llegar.

El autor dice que " se duda porque se está en dos creencias antagónicas, que entrechocan y nos lanzan la una a la otra, dejándonos sin suelo bajo la planta"

Con estos tres conceptos previamente descritos, podemos hacer una recapitulación de lo que significan en el caso de la desaparición de Brenda Damaris.

Los familiares de las víctimas de desaparición forzada se dan la tarea de buscarlos por sus propias manos. El Estado mexicano no ha sido capaz, hasta la fecha, de encontrar a las personas que ellos creen "debieron de andar en pasos malos". 

Le entregaron en una bolsa negra los restos de Brenda Damaris a su madre. Le dijeron que la cremara, que no le enterrara. La madre, dudosa de cómo el Estado manejó la situación, decidió que no la iba a cremar hasta que estuviera 100% segura de que la persona que se encontraba en esa bolsa de basura, fuera su hija. 

Aquí podemos encontrar el concepto de duda. La madre esta "dudosa" en saber si realmente los restos de su hija se encuentran esparcidos en la bolsa. 
El mismo Estado mexicano es el que se lleva a las personas, hay impunidad y corrupción. Los delitos como estos son silenciados y los familiares de los desaparecidos ya no saben que creer.. que hacer. 

Es una injusticia lo que se vive día a día. Ni siquiera nosotros, los que tenemos la libertad de vivir plenamente, podemos pensar lo que los familiares de personas desaparecidas deben de estar pasando. 

Cuando la madre de Brenda, Juany, tuvo la duda de si los restos eran de su hija, empezó a buscar más opciones. Cuando hay duda, hay que perseguir la verdad, para realmente conocer lo que sucedió. 

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http://cordeliarizzo.tumblr.com/post/111288993637/el-rastro-de-los-huesos-de-brenda-damaris